¿Cuáles son las estrategias para dar respuesta a niñas y niños “caidos del otro”?

Melina Trajtenberg, psicóloga integrante del staff de DONCEL, reflexiona en este artículo sobre las intervenciones de profesionales ante la llegada a las instituciones de niñas y niños en situaciones críticas de desamparo. “La realidad socioeconómica actual nos invita a enfrentarnos cada vez con mayor frecuencia con sujetos arrasados por la exclusión. Como profesionales de la salud mental debemos, con urgencia, reinventarnos para ser capaces de dar respuestas a esta población”, sostiene.

La profesional señala como primera clave a la posibilidad de “recibir y alojar” a esas infancias vulneradas en sus derechos fundamentales. Y sostiene que para ello es fundamental trabajar en equipo e interdisciplinariamente y el armado de redes de contención, afectivas, institucionales que funcionen como sostén de aquel niño o adolescente.

“De la dirección de la cura a pensar modalidades de alojamiento”

 

Por Melina Trajtenberg.-

 

A partir de la lectura de una nota publicada en el diario La Nación titulada “LimoncitoÁcido: un chico rescatado del paco, su médica y una deuda vigente”, me quedé pensando en la experiencia que allí relata un grupo de profesionales de un hospital infantojuvenil de CABA. El artículo da cuenta de la estrategia de intervención llevada adelante con un niño de 11 años (Tobi), que llegó al hospital intoxicado por el consumo de paco, con bajo peso, deterioro cognitivo y solo, ya que no contaba con red familiar ni afectiva de contención. Debido a la determinación de que el niño presentaba riesgo cierto o inminente (criterio de internación según la Ley Nacional de Salud Mental 26.657), el equipo de profesionales decidió la internación psiquiátrica en el Hospital General.

Muchos de los que trabajamos con niños, niñas, adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad, nos encontramos cada vez más a menudo con situaciones como las que relata la nota. Sujetos desafiliados, solos, caídos del Otro. Niños, niñas y adolescentes desamparados, en situaciones críticas con las que es muy difícil “saber qué hacer”. Sujetos que aparecen invisibilizados, que suelen ser tildados de “problemáticos” y que frecuentemente son rechazados por un Sistema que no logra dar las respuestas necesarias a la protección de la infancia, como refiere una de las profesionales que firma la nota.

Sin embargo, también somos muchos los equipos que intentamos crear alternativas, pensar estrategias novedosas, armar redes, y alojar a quienes presentan diversos tipos de sufrimiento psicosocial. La estrategia llevada adelante con Tobi, es muestra de ello.

Me pregunto ¿en qué se diferencia esta intervención, que dio como resultado un “final feliz”, de las estrategias que no logran dar una respuesta satisfactoria a niños, niñas y adolescentes con problemáticas similares? Intentaré plantear algunas claves para responder este interrogante, que a la vez nos puedan servir de orientación a la hora de pensar abordajes posibles para el sufrimiento psicosocial en la infancia.

En primer lugar, se trata sencillamente de recibir y alojar. Este equipo podría haber realizado una derivación a un Hospital más especializado (práctica muy frecuente) y repetir una lógica de “deriva institucional”, que como define Alejandra Barcala, tiene que ver con un circuito de exclusión y ausencia de anclaje que se produce cuando los servicios de salud no logran -o no intentan- alojar las problemáticas de un grupo particular. Sin embargo, en este caso se decidió internar a Tobi en el Hospital y apostar a que desde allí, podrían ayudarlo. Y este acto no es sin consecuencias, porque la apuesta tiene que ver con confiar en que es posible hacer algo con ese “caso” que recibimos, a pesar de la complejidad que acarrea. Para ello es fundamental -y podríamos pensar en esto como una segunda clave- trabajar en equipo e interdisciplinariamente, ya que en estas situaciones problemáticas interactúan una infinidad de factores, que serían imposibles de abordar si trabajáramos solos o desde una sola disciplina.

Señalaré finalmente, otros dos aspectos distintivos de la intervención relatada en la nota que pueden considerarse indispensables para cualquier abordaje similar que pretenda ser exitoso. En primer lugar, orientar las estrategias hacia el cuidado, el cual podría definirse como una ética, sustentada en el reconocimiento del otro como sujeto de derechos (Michalewicz, Pierri y Ardila, 2015). En segundo lugar, el armado de redes (de contención, afectivas, institucionales) que funcionen como sostén de aquel niño o adolescente. En el caso de Tobi el equipo trabajó para conseguir un Hogar, realizar una articulación con la escuela, etc. teniendo en cuenta su singularidad y pensando derivaciones acompañadas. Todo ello no fue realizado de un modo burocrático, sino pensando en los tiempos y necesidades del niño.

Considero que es urgente continuar trabajando en la conformación de dispositivos comunitarios e integrales, que den lugar a la subjetividad de quién llega, tomando sus posibilidades actuales y potenciándolas, constituyendo espacios accesibles para quienes -por distintas razones- padecen el rechazo de diversos organismos, programas e instituciones. La realidad socioeconómica actual nos invita a enfrentarnos cada vez con mayor frecuencia con sujetos arrasados por la exclusión. Como profesionales de la salud mental debemos, con urgencia, reinventarnos para ser capaces de dar respuestas a esta población. Debemos pensar no sólo en la dirección de la cura sino fundamentalmente en modalidades de alojamiento, para que nuestras estrategias sean cada vez más “exitosas”, es decir, den lugar a lo subjetivo, logren acotar el sufrimiento y restituyan derechos.

Esto no puede quedar en la suerte de una varita mágica, de una mirada, de una casualidad. Estamos hablando de derechos, y éstos deben ser para todos los pibes y las pibas.

Imagen: Antonio Berni

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