Lanzamos la primera escuela de activismo para jóvenes sin cuidados parentales
El activismo es un modo de acción para cambiar realidades injustas, sensibilizar y denunciar violaciones a los derechos humanos. En 2022, junto a la Red Latinoamericana de Egresados de Protección, Better Care Network y Changing The Way We Care llevamos adelante el primer Mapeo Regional de Activistas que vivieron en cuidados alternativos en América Latina y el Caribe, y entre las principales conclusiones del informe se identificó la necesidad de que los activistas tuvieran mayor formación para poder incidir mejor en sus comunidades y conformar redes con otras personas que estuvieron en el cuidado y con grupos de interés.
Por eso, en el marco de nuestro proyecto Ruidos que busca visibilizar las opiniones de niñas, niños y adolescentes sobre los cuidados que reciben, lanzamos la primera escuela de activismo de Argentina pensada para chicos y chicas sin cuidados parentales en conjunto con Guía Egreso, nuestro programa de participación juvenil.
Durante 12 encuentros, 15 chicos de entre 18 a 24 años de Tucumán, Entre Ríos, Jujuy, San Luis, La Pampa, Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires se están formando como promotores de derechos humanos, incorporando herramientas de comunicación digital y nuevas tecnologías para crear contenido en redes sociales, diseñar campañas, armar videos, usar nuevos formatos y mucho más.
Bajo la coordinación de Aldana Tenaglia, especialista en comunicación e infancias, y con el diseño pedagógico de Emiliano Esmoris, docente de comunicación digital y nuevos medios, en cada encuentro, los chicos y chicas comparten y reflexionan sobre qué significa el diseño y la comunicación para la incidencia, el storytelling y la narrativa para persuadir. Además, bajo una perspectiva de laboratorio y taller, diseñan sus propias campañas y gráficas para redes sociales, arman memes y mucho más para compartir mensajes clave sobre cuáles son las principales transformaciones que el sistema de cuidados alternativos debe impulsar de manera urgente.
Para Aldana este espacio es clave porque también “surge como pedido de los y las jóvenes de la Guía Egreso, que querían aprender más herramientas para defender sus derechos y que sus voces y las de los chicos que hoy están dentro del sistema de cuidados sean escuchadas y tenidas en cuenta” y además agrega: “mi desafío es escucharles, acompañar sus necesidades para potenciar sus habilidades de comunicación, procurando enriquecer las miradas al mismo tiempo que respetar las formas tan frescas de decir de cada uno, de cada una.”
Por su parte, a la hora de delinear este primer módulo de activismo digital, Emiliano señaló que priorizó los dos ejes de comunicación y diseño, como base inicial para desarrollar piezas digitales que interpelen y agregó: “en todo momento las adolescentes y jóvenes, se mostraron dispuestas a aprender, escucharon atentamente, intercambiamos ideas y compartieron sus experiencias personales, logramos un espacio de contención y escucha. Como persona trans y activista por los derechos humanos, el proceso de enseñanza y aprendizaje fue mutuo”.
El objetivo de la escuela es fortalecer redes entre activistas juveniles, y que sus opiniones sobre los cuidados que recibieron sean tenidos en cuenta para garantizar su derecho a vivir en familia.
Para los chicos y chicas, este espacio fue de mucho aprendizaje y fortalecimiento para tejer redes en diferentes provincias del país. “Queremos llevar nuestro mensaje a más personas y generar conciencia de que las instituciones no son un buen lugar para crecer, que deben ser solo una opción temporaria y tenemos derecho a volver a vivir en familia y comunidad.”, cuenta Evelin Rolón, co-coordinadora de la escuela.
Por su parte, desde Tucumán, hablamos con Ana Vera, una de las participantes de la escuela que nos cuenta: “me encanta aprender herramientas para poder plasmar mis ideas en redes sociales, el activismo necesita de inclusión y la era digital ya llegó para que todxs podamos aprender juntxs”. Como primera escuela de activismo pensada para jóvenes sin cuidados parentales, los chicos valoran mucho aprender herramientas para incidir en el cambio del sistema: “es bueno poder informar a las personas lo que sucede en realidad en los hogares y que no todo es de rosas y colores como lo pintan” dice Karen Cairo, otra de las asistentes desde San Luis.
En los próximos meses vamos a seguir haciendo ruidos porque la escuela de activismo sigue creciendo, con nuevos módulos y presencia en más provincias y una articulación con la Red Latinoamericana de Egresados de Protección para replicar la experiencia con grupos de activistas de otros países.