Cuando el estanque era un río…
Queremos compartir con ustedes el testimonio de Javier, uno de los jóvenes creadores de la Guia E, que nos dejó a todos emocionados al cierre del lanzamiento de la misma el 17 de octubre.
Uno suele traer recuerdos del pasado constantemente, yo los traigo de épocas en las que uno se siente omnipotente y sublevado. Hablo de edades de entre 13 a 18 años, momentos de adolescencia antes de la inevitable madurez, en la cual nos vemos inmersos todos debido al capricho o juez implacable del tiempo.
Atardeceres de domingo en los cuales me asomaba a la orilla de los lagos de Palermo, espetaba al lago con la mirada como un largo trecho que atravesar y construía barcos de papel. Al verlos en su mar, se me desvelaba el alma rogando que llegaran al otro lado. Algunos tendían a caer ante la adversidad del viento, otro ante la falta de esmero en su construcción y porque no algún pato en el camino, transeúntes de existencia mayor.
Hoy me surge el anhelo de crear otro tipo de barcos con mejores aleaciones, de más grandes dimensiones y que transporten personas, personas como ustedes, personas como yo.
También recuerdo que mientras crecía se me dijo alguna vez que tengo derecho a:
Un nombre y que este me identificaría a lo largo de toda mi vida
Confiar para que el resto pueda confiar en mí
Crear porque lo que usamos fue creado por otro y es huella de la existencia de uno.
Estudiar y que el camino es muy tedioso pero este me gratificaría luego.
Y que la labor misma me llenaría de dignidad.
Una vivienda en la cual pudiera descansar luego de mis actividades, reposo en mi enfermedad y resguardo de la lluvia o el viento.
Soñar para salir más allá de la cuadrada realidad y en utopia caminar más y más.
Esas hermosas verdades hoy son realidades que no quieren claudicar.
Proliferan voces a su vez de un dialogo lejano, una mujer que me reconoce y me pregunta ¿Quien soy? y yo que respondo sin cuidado “Un chico del hogar”
A esa memoria le respondería “Yo soy Javier, quiero ayudar, quiero navegar, quiero mi barco”