El Programa de Acompañamiento para el Egreso, una ley que cambia vidas.
Mariana Incarnato, Fundadora de Doncel y de la Red Latinoamericana de Egresados, y Dana Borzese, Directora Ejecutiva comparten algunas reflexiones y desafíos sobre la Ley de acompañamiento para el egreso, cuando se cumplen 7 años de su sanción.
La Ley de acompañamiento para el egreso de adolescentes y jóvenes sin cuidados parentales -conocida como PAE- sancionada en el año 2017 ha consagrado nuevos derechos para una población históricamente invisibilizada: niñas, niños y adolescentes que crecen bajo protección del Estado. Lo ha hecho desde el principio de igualdad y no discriminación respecto de quienes crecen con sus familias de origen y ha significado el reconocimiento de que el acompañamiento es clave para el desarrollo de la autonomía de todo sujeto.
Desde la puesta en marcha de este programa creado por ley escuchamos recurrentemente a jóvenes que son parte afirmar: “el PAE me cambió la vida”.
Actualmente, más de 3500 adolescentes y jóvenes de las 24 jurisdicciones de la Argentina incluidos en el PAE cuentan con acompañamiento técnico y con un apoyo económico.
En el marco de los 7 años de su sanción queremos compartir algunas reflexiones y plantear desafíos para que el programa siga teniendo el mismo poder transformador con el que nació.
En primer lugar, esta ha sido una ley que se gestó y diseñó con escucha y participación de los propios adolescentes y jóvenes que egresaron de la protección. Hoy podemos celebrar la consolidación de un colectivo nacional de adolescentes y jóvenes titulares del PAE que se ha aglutinado para seguir participando y exigiendo que esta política pública responda a sus necesidades.
La participación y toma de decisiones de los titulares en el ciclo de la política pública es un desafío para lograr mejorar la calidad del programa, que requiere ampliar espacios de evaluación por parte de los propios jóvenes tanto a nivel nacional como en las jurisdicciones.
En segundo lugar, el acompañamiento y la extensión de la protección más allá de los 18 años les ha brindado por primera vez la “posibilidad de elegir”: pueden elegir seguir estudiando, con quién vivir o qué trabajos quieren hacer.
El rol de los y las referentes es fundamental en la transición para que los y las jóvenes puedan elegir en base a oportunidades sobre cada una de las dimensiones de su vida. Para ello, la figura del referente debe contar con mayores apoyos y reconocimiento.
Finalmente, el PAE ha logrado cambiar vidas porque ha sabido responder a las necesidades concretas de quienes viven una etapa de su vida bajo protección del Estado.
Esta ley, que se impulsó y elaboró por consenso y unanimidad de autoridades legislativas, de múltiples organizaciones, especialistas y tomadores de decisiones, es un ejemplo de cómo los actores de una sociedad pueden actuar desde el principio de corresponsabilidad en la protección de derechos.
Es fundamental que la inclusión de adolescentes y jóvenes continúe sostenidamente. No debe haber retrocesos sino ampliaciones.
Trabajemos para que cada adolescente y joven se desarrolle desde la premisa de que una vida independiente no es igual a una vida en soledad.
Mariana Incarnato, Fundadora
Dana Borzese, Directora Ejecutiva