Un país donde crecer no sea una amenaza – Por Mariana Incarnato
Por Mariana Incarnato.
Directora ejecutiva de DONCEL
Hoy, 20 de noviembre, pero de 1989 pasó algo muy importante y es que hubo un gran acuerdo entre los países para reconocer que niños, niñas y adolescentes tienen DERECHOS ESPECIALES por su condición. Esto de los derechos no es algo muy sencillo de entender pero básicamente quiere decir que todos y todas pueden y deben tener una vida donde se respeten las cosas que un niño o niña necesita y desea. Jugar, educarse, crecer, entre otros.
Sin embargo, la situación de aquellos niños, niñas, adolescentes y jóvenes que viven sin cuidados parentales en nuestro país sigue siendo critica. Las acciones sobre cómo deben abordarse sus problemas no están aún claras para los Estados. La especificidad de quienes pasan tiempo separados de su medio familiar no empieza ni termina en el período que dura el alojamiento en Hogares convivenciales y otros dispositivos de cuidado alternativo. Existe un antes y un después que son parte del cuidado que merecen. Por ello, la responsabilidad parental del Estado se debe entender como la de todos los actores involucrados directa o indirectamente para garantizar a cada niño, niña o adolescente el mejor cuidado por el menor tiempo posible. Estas dos premisas -calidad del cuidado y plazo- distan mucho de ser las adecuadas para nuestro país y la región.
A diez años de las “Directrices sobre las modalidades alternativas de cuidado de los niños” establecidas por las Naciones Unidas, que orientan sobre cómo debe trabajarse con quienes sufren la falta de cuidado familiar, seguimos alojando a niñas y niños en instituciones que no cumplen estándares de calidad y lo hacemos por tiempo indeterminado. A su vez, las políticas hacia las familias de origen o de acogimiento son mínimas.
La realidad socioeconómica de la Argentina atraviesa una y otra vez a nuestros niños, niñas y adolescentes más pobres. Por eso, la tarea de la sociedad civil no puede detenerse y debe avanzar con más rapidez para construir junto a los Estados una agenda para la transformación definitiva del cuidado, para que crecer deje de ser una amenaza.